Seis horas, de cinco de la tarde a once de la noche, de compras. Incluyendo tiempos de transporte, eso sí.
Dos vehículos, varios kilómetros, tres jugueterías, una librería, una feria de artesanía, y las infinitas tiendas de dos centros comerciales. Este es el fabulosos despliegue navideño que nos montamos el día de ayer en busca de la felicidad ajena. Nosotros somos así de católicos, romanos y apostólicos; no salimos de una y ya estamos poniendo la otra mejilla a ver si podemos arrebañar un poco más la tarjeta de crédito.
Seis horas dan para muchas historias y confidencias cuando transcurren en los escenarios más frecuentados de una ciudad tomada por ordas de libre-compradores que compran las mismas horteradas (me incluyo, que soy muy del pueblo yo) con un dinero que debiéramos desperdiciar en vicios malsanos.
J ha sido en esta bonita misión mi acompañante y chófer. Entre un ponme ese cedé de Karina que bajamos las ventanas y la peña lo flipa, y un sácame el móvil un momento que parece que no hay policía por aquí, J ha compartido secretos que ya conocía y ha sentenciado con ellos a más de uno y de una. Además de hacerme descubrir que los juguetes de mayor éxito son los tienen la mayor cantidad de plástico de colores mal-combinados, de movimientos más crueles, de luces intermitentes, de sonidos estridentes y acentos robóticos, de sonrisas artificiales y, sobretodo, de mayores envoltorios.
He de reconocer, y reconozco por tanto, que la de hoy ha sido una tarde reconfortante y reconstituyente. Por que uno es el primer fanático de ése hobbie, deporte u enfermedad que es la de comprar lo más bonito y más grande al mejor precio. Mejor si te llevas el ultimo y jodes la Navidad al que viene detrás. Por que los consumistas del tercer milenio somos así, nuevos matamoros sin escrúpulos y llenos de odio hacia el prójimo.
Yo nos llamo Los perfectos católicos.
En la imagen, J y moderno de mierda de cena navideña rememorando tiempos mejores en algún pueblo perdido del valle del Cerrato. En su desenfreno nocturno habitual, J ha pedido la práctica totalidad de sus complementos. Moderno de mierda, perfecto siempre, conserva peluca, gafas, pendientes y abrigo pro-Jackie. Amén de una boca innegablemente sugerente.
3 comentarios:
Es un estilismo muy OT , pero como lo describiría Risto.
JA ja ja ja! No me lo puedo creer. Esos pendientes, esa peluquilla, esas gafas. Perfecto. Un 10.
Desde Suiza os pedimos en préstamo esos pendientes. Son muy de Six, la amiga de Blossom. Horteras a la par que guays.
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