miércoles, enero 31, 2007

Si te pillan meando aceite en vez de orina

Sonando en mi cabeza: Mi novia es un robot (Puntapié )
Mi novia es un robot
Un androide
Es lo peor
Imaginare
Mi novia es un robot
Imagina
Que todo lo que bebe es gasolina
Que todo lo que come son vinilos
Si se esnifa mi estéreo
Y se pone toda pedo
No se como lo puedo aguantar
Pero es que mi novia es especial
Mi novia es un robot
Un androide
Es lo peor
Imagínate
Mi novia es un robot
Estoy aburrido aquí metido
En el water de las chicas
Ella opina
Me critica
Que soy sobreprotector
Pero yo creo que es lo mejor
Uoo
Por que imagina
Si te pillan
Meando aceite en lugar de orina
Sabes que eso significa
Que te vas a otra nación
No imagino peor situación
Fastidiará nuestra relación
No imagino peor situación
Para los dos
Mi novia es un robot
Mi novia es un robot
Mi novia es un robot
Mi novia es un robot
Un androide
Es lo peor
Imagínate
Mi novia es un robot
Robot, robot, robot, robot...
Hacer estribillos fáciles es algo harto complicado. Si no lo fuera, este país estaría lleno de grupos como Ellos, Fangoria o La casa azul. Y bien sabemos todos que no lo está.
Cualquier fan del difícil conjuro mágico cocinado en la combinación de melodías simples y ritmos electrónicos machacones no puede dejar de rendirse a los pies de Puntapié. Letras insustanciales con temática mil veces repetida (novias robot, amores catódicos) forman el acompañamiento ideal a un dominio, muy poco habitual en la globalización shyntpop, de los tiempos y las composiciones tecno-pop.
Desde momentos cálidos y delicados a explosiones rompepistas, Puntapié editan su primer EP, Canapé. Esperemos que la suya no sea una inauguración del MUSAC, y después de los entrantes llegue un buen cordero asado. Quien sabe si, con un poco de suerte, estamos hablando de futuras estrellas del estribillo fácil.

sábado, enero 20, 2007

El folk de lo cotidiano. Parte 2: Practicar nihilismo con el bigote sucio.

Sonando en mi cabeza: Nunca conocí a Liberace (Los Intronautas)
No va con mi carácter
mentir y engañar
Sabes no es lo mío
inventar por inventar
Solo una vez lo hice
No volverá a pasar
Ahora me confieso
y te digo la verdad:
Nunca conocí a Liberace
Oh, no.
Nunca conocí a Liberace
Oh, no.
He viajado a Las Vegas
Pero él ya no vive ahí
Pero a pesar de todo
no puedo evitar
soñar con que algún día
él me viene a visitar
Es una fantasía
difícil de cumplir
Ya llegará algún día
Hoy por hoy he de admitir:
Nunca conocí a Liberace
Oh, no.
Nunca conocí a Liberace
Oh, no.
He viajado a Las Vegas
Pero él ya no estaba ahí
Ahí (x3)
La crisis existe. Existe siempre aunque no siempre se haga notar. Cuando no lo hace vivo en falsa armonía, inconsciente en mi conciencia de su presencia. Cuando lo hace, veo inevitable el pesimismo. Causa última de mi querencia por los momentos estáticos, los equilibrios y los puntos fijos.
Y es que no podría concebir una habitación propia sin tonos azules ni imitaciones picasianas, o la ausencia de un cedé de Ellos cerca de mi reproductor. El mío es un carácter conservador, cobarde, incapaz de asumir cambios sin traumas. Puede ser lamentable, casi más aún dejar constancia de ello. Pero cierta y desconocida trama mental me impide dejar de hacerlo.
De todos modos esto es solo filosofía, y alguien que conoce mucho de la vida real me dijo en su día que la filosofía apesta. Seguro que Nietzsche no se duchó en la vida, decía. Y nos convertimos a la Ciencia, asustados por el bigote grasiento del señor aquel que decían quería acabar con los judíos del mundo.
Yo prefiero pensar que así es, que las mías no son otra cosa que divagaciones baratas que invento para emborronar los buenos amigos, los buenos momentos que suceden a cada paso, las locuras en fin de semana y el tecno-pop casero.
Así, aunque no pueda relatar en términos propios las impresiones del último fin de semana, de la última cerveza o del último encuentro fortuito, me resisto a hacer morir Moderno de mierda. El blog y el personaje, que aún siguen siendo yo mismo. Aunque sea en un trasfondo que resucitará cualquier día.

Los Intronautas estaban liderados por dos eminencias: los hermanos Canut, Nacho y Mauro. Bajo un punk de nuevo corte, con bases programadas y letras con ánimos irónicos e incendiarios, Intronautas compusieron temas rápidos (en la línea de sus máximos referentes, Los Ramones) y de sonido sucio, distorsionado por mil guitarras, bajos y baterías. Composiciones nada adornadas, nada estudiadas, como nacidas de escasa media hora de inspiración.
Desconocidos para el gran público, Intronautas apenas publicaron un álbum como acompañamiento para un fanzine musical y alguna canción en el extraordinario (en muchos sentidos) sello Spicnic.
Hace apenas dos años, Susurrando, reeditó aquel Nunca conocí a Los Intronaútas, contenedora de esta pequeña joya del pop-punk hispano, Nunca conocí a Liberace
Seguro que a FanMa le apasionan.

martes, enero 16, 2007

El folk de lo cotidiano. Parte 1: Derrotismo regional.

Sonando en mi cabeza: Shopper de una intelectual (L Kan)
Para que voy a estudiar
si puedo ser la shopper de una intelectual
Tú que vas tan mal vestida
ponte sexy y atrevida
Yo que soy tan animal
dame un barniz cultural Que si la globalización
no mola nada
pero pruébate este top
Y yo me leo a Baudrillard
Pero debes prometerme
que tú te vas a pintar
También lo hizo la Beauvoir Ahora ya se quien es Bourdieu
Pero yo insisto de leopardo vístete
pues gracias a nuestra amistad
hay otra clase social
Todos tendrán que estudiar
a la frívola intelectual.
La verdad es que tengo los ojos cansados. No importa por que aún no es hora de acostarse; no cuando sientes que hay algo mejor que hacer. Algo como encender el ordenador e imprimir a base de electrones pequeñas figuras sobre una pantalla blanca.
Lamentas entonces que el sentido de las figuras no tome la forma que quisieras. Hace mucho que carezco de esa libertad. La perdí cuando mi blog rompió las barreras del anonimato para convertirse en ese sitio donde entran amigos y conocidos cuando no encuentran actividad mejor para su ordenador. Y comentarte luego en persona, tomando un café o caminado con el gorro sobre la cabeza, el derrotismo que han adquirido tus mensajes.
El derrotismo está ahí y no podría negarlo. Es forma fundamental de una crisis que preferiría no dar a conocer, aunque nunca falte un toque de impersonal distancia con que disfrazarla. Nada de detalles, nada de nombres. Nada de nada.
Y así, con ridículos subterfugios, el mensaje derrotista resulta que es el fruto de una derrota personal. Adquiere un tono abstracto y lejano, el mismo que manifiestan ahora las figuras que veo multiplicarse sobre mi pantalla. Con estos rodeos y esta búsqueda infructuosa de conceptos primarios nunca conseguiré dar a mis textos el tono costumbrista de una canción de Chico y Chica. Lo mío tira más a Astrud, pero se queda en canción barata de cantautor. Derrotismo regional que aspira a ser imperial.
Hay quien piensa en un conato de literatura. Desde luego, se equivocan, por que mi mensaje no es más que una forma rápida de convertir el blog, ya de por sí agónico, en un ente caótico y amorfo. Incluyendo además referencias y contextos intencionadamente lejanos al lector que quisiera que no lo fuera, fascinado como estoy con engañarle y distraerle con palabras huecas que no lo son.
De nuevo, no seré yo quién rechace halagos y palmadas, que el alma folkclórica (la tengo, y quién bien me conoce bien lo sabe) es una de esas cosas que me niego a perder.
Adquiere lo que escribo, en fin, un tono entre lo impersonal y la más extrema intimidad. Es extraño, y debo reconocer que, a pesar del derrotismo, me gusta y me place. Y cada cual que lo valore cómo pueda y quiera.
Yo querría evitarlo. Hablar de L-kan, digo. Por que, desde mi pedestal de destrucción masiva, nunca pude soportarlos. Apracerieron en mi vida, como en la de la mayoría que los tienen hoy por grupo de cabecera, con aquel Superenserio con el que Subterfuge se encargó de elevarlos poco disimuladamente a la absurda categoría de redentores del tecno-pop español.
Con L Kan aparecía un nuevo modo de hacer electro-pop. Claro que sí.
Una revelación de humor barato fabricado con bases para las que otra calificación diferente a la de cutre sería injusta. Acompñado todo con una puesta en escena caótica con intenciones de transgresión que se dejaba lucir desde conciertos en Radio 3 a actuaciones imposibles en Tómbola o en aquel programa de Terelu tan incalificable (y que tanto añoramos algunos, la verdad)
Esto a cara vista, que no hay nada que produzca tanto placer en mi ser como criticar contra todo y todos. Mejor si es en acto público.
Lo malo de la crítica facil producto de una pose es que muchas veces se aleja de la realidad, y en realidad L Kan siempre me produjeron tanto placer como el de criticarles.
L Kan son elementales, burdos y toscos. Pero Moderno de mierda (ahora más conocido como Mierda de moderno) también lo es. Y no le es posible caer enganchado con letras tan deliciosamente contraculturales como la que acontece, tan poco a tono, por otro lado, con la entrada.
Nunca la contracultura fue tan anticultural, por mucha Beavuoir que metas en tus canciones (Otra zorra de cuidado, la Simone)
Ahora que con Discazo introdujeron en sus composiciones bases mucho más cimentadas y melodías sorprendentemente pegadizas, Moderno de mierda puede admitir con claridad su admiración por el surrealismo de todo a 100 de estos madrileños.
Ahora tengo que enterarme si la Bourdieu era tan puta como la Beavoir, que no tiene pinta. Que ser frívola intelectual requiere de ciertos esfuerzos.

viernes, enero 05, 2007

¿Dónde estabas tú aquella tarde?

Sonando en mi cabeza: Buscando en el baúl de los recuerdos (Karina )

Seis horas, de cinco de la tarde a once de la noche, de compras. Incluyendo tiempos de transporte, eso sí.

Dos vehículos, varios kilómetros, tres jugueterías, una librería, una feria de artesanía, y las infinitas tiendas de dos centros comerciales. Este es el fabulosos despliegue navideño que nos montamos el día de ayer en busca de la felicidad ajena. Nosotros somos así de católicos, romanos y apostólicos; no salimos de una y ya estamos poniendo la otra mejilla a ver si podemos arrebañar un poco más la tarjeta de crédito.

Seis horas dan para muchas historias y confidencias cuando transcurren en los escenarios más frecuentados de una ciudad tomada por ordas de libre-compradores que compran las mismas horteradas (me incluyo, que soy muy del pueblo yo) con un dinero que debiéramos desperdiciar en vicios malsanos.

J ha sido en esta bonita misión mi acompañante y chófer. Entre un ponme ese cedé de Karina que bajamos las ventanas y la peña lo flipa, y un sácame el móvil un momento que parece que no hay policía por aquí, J ha compartido secretos que ya conocía y ha sentenciado con ellos a más de uno y de una. Además de hacerme descubrir que los juguetes de mayor éxito son los tienen la mayor cantidad de plástico de colores mal-combinados, de movimientos más crueles, de luces intermitentes, de sonidos estridentes y acentos robóticos, de sonrisas artificiales y, sobretodo, de mayores envoltorios.

He de reconocer, y reconozco por tanto, que la de hoy ha sido una tarde reconfortante y reconstituyente. Por que uno es el primer fanático de ése hobbie, deporte u enfermedad que es la de comprar lo más bonito y más grande al mejor precio. Mejor si te llevas el ultimo y jodes la Navidad al que viene detrás. Por que los consumistas del tercer milenio somos así, nuevos matamoros sin escrúpulos y llenos de odio hacia el prójimo.

Yo nos llamo Los perfectos católicos.

En la imagen, J y moderno de mierda de cena navideña rememorando tiempos mejores en algún pueblo perdido del valle del Cerrato. En su desenfreno nocturno habitual, J ha pedido la práctica totalidad de sus complementos. Moderno de mierda, perfecto siempre, conserva peluca, gafas, pendientes y abrigo pro-Jackie. Amén de una boca innegablemente sugerente.