miércoles, diciembre 05, 2007

Madrid, tenemos un problema.

Sonando en mi cabeza: Tened piedad del ex-presidente (La Habitación Roja )

No recorro los medios de comunicación del país. No pongo empeño en leer, escuchar o contemplar. Leo el periódico, escucho la radio o veo el telediario sin directrices ni esquemas. No me propongo a indagar, ni recoger hechos o datos, ni valorar, ni intentar reducir al mínimo comprensible causas y consecuencias. No lo hago, pero es difícil dejar de ver el problema. E imposible no presentir que la solución no puede ser sino dolorosa.

Apartando el pan y el circo banales, la inofensiva (¿?) basura editorial, radiofónica y televisiva, encontramos con facilidad el problema: no existen ya en los medios ni en la sociedad el diálogo, la comprensión, ni la duda. Entre los prohombres y los paisanos del país solo existe la sabiduría infinita, casi divina. Vivimos en un perpetuo monólogo, envenenado por el odio y el rencor injustificados, en una sucia y rastrera guerra mediática en la que todo vale con tal de desbaratar al opuesto.

Y ése es solo el punto de partida. La irracionalidad es cada vez mayor, se alimenta a si misma y no conoce de límites. La diferencia da lugar a acusaciones siniestras y a afirmaciones perniciosas.

Tan solo uno es el objetivo: arrastrar en el odio al débil, al que no encuentre mejor ocupación que la de aborrecer al diferente. Se trata de compartir los sinsabores del no-pecar con la plebe, y odiar todos a una al enemigo rojo, maricón o nacionalista. Se hace con la infravaloración más cruel y dañina, con la acusación del pecado y del delito improbados. Con palabras vacías, con la nada hecha odio.

Ocurre que estas reflexiones nacen de una simple paseo de media hora por Internet, por Tele-Espe o por la radio de la Iglesia Católica Española. Ocurre que tan pronto acusan de connivencia asesina al gobierno legítimo del Estado, menosprecian al votante socialista por ignorante, denigran una lengua milenaria de la que muchos sienten merecido orgullo, o acusan al enfermo homosexual de tener mayor propensión a la intolerancia política, social y racial. Todo ello en apenas treinta minutos de desconcierto e incredulidad.

Así es el absurdo mediático de la derecha y el catolicismo español, tan bien avenidos en aquello de la mentira hiriente y populista.

Pero el cáncer que nos acecha no son los medios. El problema es que los medios son solo la expresión pública del verdadero problema: la de los políticos con acceso al poder ejecutivo y legislativo, la de jueces con doble moral y odio congénito, la de arzobispados ultraderechistas que prentenden (y consiguen) imbuirse en la vida social y política de un Estado No-Tan-Laico.

El problema no son los de siempre; el problema es que los de siempre consiguen su cuota de poder arrastrando hacia el odio a millones de infelices insatisfechos con sus míseras vidas (arruinadas, quizás, por la moral católica) El problema es que curas y caciques invaden el alma de nuestros conciudadanos.

Y temiendo que nunca podamos recuperarles, la solución solo puede pasar por el Dolor.

viernes, octubre 12, 2007

Sobre Patrias, Naciones y Estados: la Gran Mentira Española.

Dice el líder de la derecha que España nació hace 500 años. No contento con esta barbaridad, afirma que el nuestro es el Estado más antiguo de Europa.
Ole con ole, y que viva el populismo ignorante: El Estado español no nace hasta el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones, uno de los mayores cánceres que han padecido los pueblos españoles en los últimos siglos. Antes de ellos, nadie se hizo jamás llamar rey de España, independientes como eran las instituciones de las Coronas de Castilla y Aragón.
Por si alguien pudiera pensar que España nació del matrimonio de los Reyes Católicos, cosa incierta a todas luces, debería saber que por aquel entonces había en Europa cerca de una decena de Estados que se han conservado hasta hoy día, con sus fronteras prácticamente inalteradas.
El mismo líder derechista, inculto por convicción o por interés, es el que hace dos días grabó y publicó un video instando a sus conciudadanos a mostrar el orgullo y los símbolos españoles en el día de la Nación (¿?) española. De la que, al parecer, tan poco sabe.
Mucho se ha hablado del video en estos días. Apropiación exclusiva e indebida de símbolos patrios, oportunismo electoralista, exclusión ideológica, prematuro discurso de Navidad o emulación del NODO. A ojos de muchos, la salida de Rajoy y sus correligionarios es una patochada ridícula y hortera. El peligro, no obstante, es mayor cuando a la vista de muchos otros el significado es opuesto.
Del video se desprenden las claras intenciones del PP por convulsionar y encontrar confrontación. El objetivo es claro y conciso, perverso y digno de hienas carroñeras. Es difícil, sino imposible, asumir la España que nos vende Rajoy, ridículamente patriotera y excluyente. Él lo sabe, lo explota mirando de lejos como la bomba estalla en manos ajenas.
Y es que el ignorante y bisojo Rajoy es, además, un agitador. La mezcla es harto peligrosa y la Historia de la Humanidad lo ha demostrado con numerosos ejemplos.
La acción, claro, no es aislada, sino que forma parte de un modo integral de hacer política de inspiración fascista, herencia que siempre fue clara en los populares. El PP quiere encontrar en la confrontación violenta, muchas veces inspirada por sus líderes, un hueco para rebañar votos. Pretende Rajoy demostrar a la plebe del peligro de las Naciones y los nacionalismos del Estado, demonizar y criminalizar los conceptos de Euskal Herria, Catalunya o Galiza, y con ellos a todo quien se atreva a concederles crédito. Y a base de odio, rencor y confrontanción erigirse como libertador y Mesías del pueblo español.
Hoy, día de la Hispanidad, de la Raza, o de la Nación española, los líderes políticos deberían reflexionar sobre el mal que ha causadoesta España inventada, en vez de exaltar sus símbolos y significados, que tanto horror y daño han causado.
Hoy es un día de hipocresía, odio y enfrentamiento. Solo los necios pueden celebrar algo así.
Texto editado para Libertad 7.

miércoles, octubre 10, 2007

Condenad, malditos. Condenad.

Sonando en mi cabeza: I Turn My Camera On (Spoon )
I turn my camera on
I cut my fingers on the way
The way I'm slippin away
I turn my feelings off
They made me untouchable for life
And you wasn't polite
It hit me like a tom
You hit me like a tom
On on and on
When I turn my feelings on
I turn my feelings on inside
Feel like I'm gonna ignite
I saw them stars go off
I saw them stars go off at night
And they're looking alright
Keep on blowin up
Keep on blowin em off
Get up roll it out
Keep on showin em out
They hit me like a tom
It hit me like a tom
On and on a tom
I turn my camera on
I cut my fingers on the way
I feel me slippin away
I wipe my feelings off
They made me untouchable for life
And you wasn't polite
They hit me like a tom
I don't know where it's from
It hit me like a tom-tom
Ayer a mediodía los terroristas de E.T.A. intentaron acabar con la vida de un ciudadano en Bilbao. Todas las formaciones políticas democráticas y contrarias a la violencia se apresuraron a condenar el hecho y a sus autores. Comprendemos estas manifestaciones como elemento fundamental de una clase política implicada en la sociedad, aún a expensas de la carencia de otros elementos que deberían ser aún más básicos.

Debería la Iglesia Católica aprender a hacer lo mismo, no ya con los actos ajenos a ella misma (con los que no muestra ningún problema en censurar y reprimir brutalmente), sino con sus propias responsabilidades. Por si no fueran suficientes siglos de alienante manipulación moral y mental, la jerarquía católica viene mostrando desde sus comienzos una irracional y desmesurada tendencia a la autoprotección, aún cuando sus actos han sido del carácter más dedeznable y cruel de los que es capaz el hombre.
Cientos de pederastas, violadores y maltratadores han actuado dentro de la Santa Iglesia Católica sin cortapisas, sin condena. Más aún, con su apoyo moral y jurídico.
Leemos hoy en la prensa la condena a cadena perpétua de un sacerdote católico en Argentina, capellán de la policia bonaerense. Acusado de siete homicidios, treinta casos de tortura y hasta curenta y dos de secuestro, Christian Von Wernich empleó su condición de sacerdote católico para presionar a los presos políticos. En nombre de Cristo pidió confesiones a quienes iba, con sus cómplices, a matar o hacer desaparecer en el Atlántico. Una muestra más del afán de poder y del integrismo cruel e irracional que inunda la historia del catolicismo hasta nuestros mismos días.
Los familiares de las víctimas de Christian Von Wernich claman a la Iglesia Católica se vea repudiado de sus filas. Mientras la Iglesia Católica argentina tan solo se limita a desvicularse de los hechos: si algún miembro de la Iglesia hubiera avalado con su recomendación o complicidad algunos de estos hechos de represión, habría actuado bajo su responsabilidad personal. Después de todo, la Iglesia Católica ha estado siempre detrás y explícitamente a favor de todos y cada uno de los regímenes dictatoriales que en dos mil años han oprimido a los pueblos de esta confesión religiosa: desde los absolutismos regios, a las dictaduras fascistas sudamericanas, pasando con Franco y Mussolini.
En pleno siglo XXI cabe reflexionar si una institución que durante sus dos milenios de existencia no ha dejado de frenar el progreso de Occidente, violar los límites fundamentales de la moralidad (incluso la impuesta por ella) y reprimir espiritual y físicamente a millones de humanos pueda constituir algún día un elemento positivo de nuestra sociedad.
Yo estoy convencido que el mayor favor que el cristianismo puede hacer a la humanidad es desaparecer para siempre.

miércoles, septiembre 26, 2007

Titanic

Sonando en mi cabeza: El miedo que tengo (Astrud )
El miedo que tengo no lo quieras saber.
Es peor si pienso, no me hagas pensar otra vez.
Siempre digo que me he acostumbrado,
pero no me acostumbro ni en broma,
me desacostumbra de golpe
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo.
Muchas veces mucho antes ya sé que va a pasar
y me agarro de la sábana listo para hiperventilar.
Pero el miedo sólo asoma un poco y se va.
Va a ser interesante cuando se decida de veras
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo ...
En el supermercado de pronto hay que salir corriendo.
Salta un skater a mi lado y, ¡chack!,
sé que tendré que estar muerto, muerto.
¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no tenerlo?
El miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo.
¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no tenerlo? ¿Cómo no tenerlo?
El miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo,
el miedo que tengo, el miedo que tengo.
Siempre es el mismo objeto el que sacude tus miedos. Unas palabras, un gesto y la confianza que habías tomado se desvanece. Caes entonces en la cuenta de que esa confianza era menos trivial y más frágil de lo que tu consciente podía pensar.
No era banal la dedicación que creías incondicional, ni tampoco lo era la importancia que le otorgabas.
Las máscaras que formaban la cotidianidad desaparecen y quedan expuestos unos miedos con que no contabas por que no quisiste creer en que la confianza se quebrase.
Entonces tienes miedo, ¿cómo no tenerlo si la incertidumbre te acecha y amenaza con darte una hostia en la cara?

viernes, septiembre 21, 2007

La Primera revolución moderna: Los Comuneros (Joseph Pérez) Parte 2

El valor de la obra de Pérez, más allá de la documentada y fluida narración de la Guerra de Las Comunidades, corresponde a su concienzudo estudio de la realidad comunera. En este sentido, la segunda mitad de la obra está destinada al análisis crítico de las motivaciones y el ideario socio-político de Las Comunidades.

El autor apoya, con sobradas pruebas de ello, la tesis según la cual Las Comunidades fue una insurrección popular, muy al contrario de la teoría que tradicionalmente ha defendido la rebelión comunera como un último intento de la nobleza por mantener el feudalismo medieval en Castilla.

Los Comuneros apoyaron las revueltas campesinas en contra de la nobleza media, en casos tan claros como el de Dueñas, y constituyeron en los municipios asambleas de representantes populares para el gobierno local. Se contrapusieron a la oligarquía caballeresca que hasta entonces había regido en las ciudades sin apoyo popular alguno. Ninguna de sus acciones fue favorecedora a la nobleza, que fue de hecho la que, a cambio de grandes concesiones, colaboró con el poder real en el campo de batalla.

Apoyaron Las Comunudides una primitiva industrialización castellana (especialmente textil) en un claro intento por la modernización de nuestra Nación. Lejos de las interpretaciones partidistas, procedentes históricamente de la derecha (monárquicos y falangistas) que hicieron ver a los Comuneros como restituidores del orden medieval, Pérez descubre la verdad encerrada en Las Comunidades. La de una revuelta popular, liderada por la naciente burguesía y apoyada en gran medida por las bases de la Iglesia, que quiso hacer de Castilla una Nación moderna e independiente de poderes ajenos, que quiso liberar al pueblo del poder absoluto del rey constituyendo instituciones de representación popular de competencias superiores a las regias.

En definitiva, un intento de dar al pueblo el destino de su Patria y modernizar su economía.

Todo ello para hacer de Castilla no el imperio absolutista y represor en que indefectiblemente se convertirá, sino en una Nación fuerte en sí misma y en sus gentes.

Un libro imprescindible para quienes, más allá de sentirse o no castellanos, quieran conocer la historia de su pueblo en un acontecimiento lleno de ilusión por hacer Patria. La ilusión por tomar un rumbo que nunca se materializó y que fue el comienzo del declive castellano.

Decandencia que hoy se revela en la visión reducida de nuestra Nación como corazón de una España insensible a sus realidades nacionales.

martes, septiembre 18, 2007

La Primera revolución moderna: Los Comuneros (Joseph Pérez) Parte 1

De entrada y para marcar terreno, se ha de señalar a Los Comuneros, escrito por el francés Joseph Pérez en los albores del nuevo siglo, como el mejor y más afamado texto divulgativo acerca de la Guerra de Las Comunidades acaecida en la Castilla del siglo XVI. No en vano, su autor es una de las máximas autoridades académicas en el asunto.

Pródigo en datos y referencias documentales contemporáneas a los acontecimientos, la obra de Pérez se sumerge de forma fluida y apasionante en los hechos que pusieron en evidencia las ansias democráticas del pueblo castellano frente al naciente absolutismo monárquico.

Los primeros capítulos se concentran en la descripción detalla de la situación castellana que precede al conflicto comunero. La sucesión de datos históricos se acompaña de un acertado análisis socio-político de la situación real que adolecía la Castilla heredada de los Reyes Católicos. Una nación ésta sobre la que se abrían inmensas posibilidades de desarrollo económico y social, caracterizada por la lucha entre ganaderos y exportadores de lana de un lado, y pequeños burgueses –impulsores de una temprana industria textil- de otro.

De los precedentes, imprescindibles para la comprensión de la rebelión de Las Comunidades, se pasa a la narración de los hechos inmediatos que la provocan. Un jovencísimo Carlos de Gante, es autoproclamado rey de Castilla en un acto de tirano absolutismo, que muchos no dudan de calificar como primitivo Golpe de Estado. El joven flamenco va más allá: pretende tomar dinero de las arcas castellanas para financiar su coronación imperial en Alemania. Las instituciones, encabezadas por el regente Cisneros y las Cortes del Reino, permiten el exceso regio. Es entonces cuando el pueblo se levanta en guerra, y comienzan las primeras revueltas.

Los incidentes tienen lugar en prácticamente todas las ciudades con representación en las Cortes. Sus primigenios diputados fueron duramente castigados por su irresponsable y corrupto comportamiento. En Segovia la reprimenda es extremadamente dura, y conduce a la muerte pública de las máximas autoridades locales.

El representante en el Reino de Castilla del recién estrenado Carlos I emprende la represión. Para ello ha de ir en busca de las armas de que disponía el ejército real en Medina del Campo. La ciudad castellana entra en furia ante la entrada de los representantes flamencos e impide la toma de las armas. Para distraer la atención de la muchedumbre se da fuego a la ciudad. Medina quedará destruida en casi su totalidad por las llamas, ante la determinación de sus hombres y mujeres a no ceder las armas al poder real.

Los hechos de Medina son determinantes para el desarrollo de los hechos, detonan la explosión comunera. Las ciudades rebeldes (Burgos, Toledo, Valladolid, Murcia, Palencia, Medina, Ávila, León, Segovia…) se reúnen para buscar la solución, mientras constituyen gobiernos locales dados a sí mismos por sus respectivas Comunidades. Nace en Tordesillas, en torno a la reina Juana I, la Santa Junta Castellana, como agrupación de las ciudades rebeldes. La Junta constituye una suerte de Parlamento de representación popular que adopta el poder de la Nación Castellana. Recauda impuestos y realiza el gasto público, adopta para sí misma en la naciente situación de crisis los 3 poderes del Estado.

Comienza inevitablemente la guerra contra los revolucionarios. La alta nobleza se posiciona con el rey, tras nombrar éste como virreyes en Castilla a dos Grandes y prometer favores a los colaboradores. La nobleza organiza el ejército real y emprenden la toma de Tordesillas. Se pierde la batalla y con ella la primera capital comunera, que ahora pasa a la cercana Valladolid, capital de facto del norte castellano.

Maniobras políticas de la alta nobleza minan mientras la revolución comunera. Se pierde Burgos para la causa, pero no Valladolid, a pesar de los desmesurados esfuerzos reales.

El campo de batalla se constituye en Tierra de Campos, en el triángulo formado por Medina de Rioseco, Valladolid y Benavente. Los comuneros se pasean libremente ante el alborozo popular por este territorio apropiado, y llegan a ganar al ejército real la posición de Torrelobatón.

Poco más de un año se mantiene viva la Santa Junta Castellana. La definitiva derrota de Villalar desmantela a los rebeldes, cuyos cabecillas son ejecutados públicamente en esta localidad convertida hoy en símbolo de la lucha castellana.

María de Pacheco, viuda del héroe Padilla ejecutado en Villalar, hará resistir Toledo varios meses después de la derrota de Villamar. En Toledo muere el último suspiro de la lucha comunera.

lunes, septiembre 17, 2007

It´s so nice to be back home where I belong.

Sonando en mi cabeza: Don´t let me be misunderstood (Animals )

Resulta evidente para los pocos -demasiados, a tenor de las circunstancias- que aún os paseáis por este blog, la decadencia que desde hace ya más de año y medio lo hace agonizar hacia una muerte irremediable.

El último suspiro aún no ha llegado; y la agonía, lejos del sufrimiento, no es más que una dulce sensación de indiferencia. Moderno de Mierda no ha fallecido, efectivamente, pero la situación de su alter ego ha virado hacia una nueva perspectiva, compuesta, no obstante, desde el mismo lugar. En esta nueva situación, es innegable, el espacio para esta web queda reducida a la anécdota y los momentos extremos de aburrimiento.

Negado aún a dar muerte a Moderno de Mierda, cambio por enésima vez su sentido y significado para iniciar, ahora sí, una nueva era. Una nueva vida inventada en la misma ciudad, el regreso cambiado a una casa que no cambia. Nada más que el traslado a la pantalla de la transformación personal.

Sin prometer frecuencias ni calidades, prometiendo solo reflejar los elementos que construyen mi espacio y cultura personales. Como un nuevo y definitivo modo de reflejarme a mí mismo, alternativa al absurdo de la autoexposición vacía, llega la definitiva versión de Moderno de Mierda.

Bueno, puede definitiva sea mucho decir.

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