miércoles, marzo 07, 2007

Por el poder del tecno-pop

Sonando en mi cabeza: Vamos a casarnos (Hidrogenesse )

Vamos a evitar que te devuelvan a Hungría

Vamos a casarnos

Vamos a impedir que te deporten a Hungría

Vamos a casarnos

Vente conmigo, me han dado una beca por un año a Estados Unidos

Vamos a casarnos

Vamos a casarnos

Vamos a beneficiarnos del descuento de pareja en el cine, en el gimnasio y en la ruta

Vamos a casarnos

Vamos a casarnos

Aunque solo sea por diez años

Solo tienes que ser fiel diez años

Vamos a casarnos

Vamos a casarnos

Vamos a casarnos

Sí quiero

Vamos a casarnos

Es bueno

Casarme contigo

Va en serio

Cásate conmigo

Te quiero

Te quiero

Te quiero

Te quiero

Te quiero

Te quiero

Cásate conmigo

Cásate conmigo

Vamos a casarnos.

Animalitos era uno de los discos más esperados del inicio de año. Y no solo por los tradicionales seguidores del tecno-pop underground, sino por una amplia representación de indies que ahora se dicen gustosos por las maneras de los proyectos nacidos bajo el amparo del sello de Genís Segarra y Carlos Ballesteros. Habrá que admitir, pues, que el Imperio Austrohúngaro ha retomado la fuerza perdida hace siglos y cada una de sus nuevas referencias se convierte en un hito histórico.

La posibilidad de decepción aumenta exponencialmente con las expectativas creadas, más aún cuando el producto ofertado tiene las claras limitaciones que ofrece Hidrogenesse. Esto, en realidad, no ha de ser una crítica negativa. Por que dentro de los límites en los que se mueve la música de Carlos Y Genís encontramos valores muy positivos. El mismo ingenio con toques de humor absurdo de siempre encerrado en unas bases más consistentes adornadas con una instrumentación que cimenta como nunca sus melodías. Más que suficiente para un trabajo sin pretensiones.

Estos valores, no obstante y dada su insistencia, actúan como un veneno de corto alcance. En pequeñas dosis puede provocar reacciones favorables, pero en grandes cantidades empacha más que un discurso atormentado.

Será por ello que han esperado hasta cinco años en editar un nuevo elepé.

viernes, marzo 02, 2007

Y con estas cosas se nos va pasando el tiempo

Sonando en mi cabeza: Torremolinos (Linda Guilala )

El final del invierno acostumbra a ser poco llevadero. Esperando el calor, los pantalones cortos, las cervezas en la yerba de la facultad y el Festival de Eurovisión no es posible encontrar tiempo para disfrutar de las últimas nieblas y mañanas de frío.

Así que febrero se convierte en el peor mes del año. Con suerte, al menos, es el más corto también.

A la monotonía invernal de la estepa castellana se une el costumbrismo siberiano de mi propia vida. Mucha cerveza, poco trabajo y depresiones matinales.

La vida de becario es interesante en los primeros meses, cuando aún no necesitas involucrarte en el trabajo y lo único que te preocupa es que por primera vez en tu vida cobras algo parecido a un sueldo Y que podrías independizarte si no te encantara que mamá te prepare la comida, te haga la cama y te pague la banda ancha.

Al pasar el tiempo y ser piedra angular de la investigación, al asignar a tu persona, ingeniero como eres, responsabilidades propias, pues se te quitan las ganas de salvar al planeta de la tiranía del petróleo.

Por que, siendo sinceros, y aún pudiendo ser mi propio futuro (y esto es mucho más transcendental a que sea el futuro de la humanidad) los biocostumbibles me producen aburrimiento e indiferencia.

Y con estas cosas, acabas por perder el interés en probetas y pipetas y lo encuentras en el Erasmus de turno, aunque sea francés, qué más da. Y es que tendrá novia, pero el francés del laboratorio es más maricón que yo, que mis amigas ya lo han determinado así y lo que ellas dicen va a Santa Misa (me haría yo al catolicismo si diesen misa ellas)

Descubro así, en febrero, que es un mes muy puto, que soy un obsesivo. Si no encuentro una distracción ajena a mi mente, me la invento. Y le puede tocar al francés o al nuevo disco de Parade. Me obsesiono, invento, y ya me veo en plan Tolkien creando un universo paralelo lleno de hobitts y elfos en perpetua orgía.

Y encuentras siempre algo mejor que hacer que irte a la cama, quizás escribir esto, quizás que alguien te pida matrimonio vía Messenger. Para luego no tener tiempo de día para llamar a María o contestar aquel amable SMS de tu compañera de CAP.

A lo mejor si fuera el hombre de mi vida quién escribiera en mi móvil, cambiaría de idea y me enamoraría del bioetanol, de Tolkien y de la Santa Misa.