Sonando en mi cabeza: Shopper de una intelectual (L Kan)
Para que voy a estudiar
si puedo ser la shopper de una intelectual
Tú que vas tan mal vestida
ponte sexy y atrevida
Yo que soy tan animal
dame un barniz cultural
Que si la globalización
no mola nada
pero pruébate este top
Y yo me leo a Baudrillard
Pero debes prometerme
que tú te vas a pintar
También lo hizo la Beauvoir
Ahora ya se quien es Bourdieu
Pero yo insisto de leopardo vístete
pues gracias a nuestra amistad
hay otra clase social
Todos tendrán que estudiar
a la frívola intelectual.
La verdad es que tengo los ojos cansados. No importa por que aún no es hora de acostarse; no cuando sientes que hay algo mejor que hacer. Algo como encender el ordenador e imprimir a base de electrones pequeñas figuras sobre una pantalla blanca.
Lamentas entonces que el sentido de las figuras no tome la forma que quisieras. Hace mucho que carezco de esa libertad. La perdí cuando mi blog rompió las barreras del anonimato para convertirse en ese sitio donde entran amigos y conocidos cuando no encuentran actividad mejor para su ordenador. Y comentarte luego en persona, tomando un café o caminado con el gorro sobre la cabeza, el derrotismo que han adquirido tus mensajes.
El derrotismo está ahí y no podría negarlo. Es forma fundamental de una crisis que preferiría no dar a conocer, aunque nunca falte un toque de impersonal distancia con que disfrazarla. Nada de detalles, nada de nombres. Nada de nada.
Y así, con ridículos subterfugios, el mensaje derrotista resulta que es el fruto de una derrota personal. Adquiere un tono abstracto y lejano, el mismo que manifiestan ahora las figuras que veo multiplicarse sobre mi pantalla. Con estos rodeos y esta búsqueda infructuosa de conceptos primarios nunca conseguiré dar a mis textos el tono costumbrista de una canción de Chico y Chica. Lo mío tira más a Astrud, pero se queda en canción barata de cantautor. Derrotismo regional que aspira a ser imperial.
Hay quien piensa en un conato de literatura. Desde luego, se equivocan, por que mi mensaje no es más que una forma rápida de convertir el blog, ya de por sí agónico, en un ente caótico y amorfo. Incluyendo además referencias y contextos intencionadamente lejanos al lector que quisiera que no lo fuera, fascinado como estoy con engañarle y distraerle con palabras huecas que no lo son.
De nuevo, no seré yo quién rechace halagos y palmadas, que el alma folkclórica (la tengo, y quién bien me conoce bien lo sabe) es una de esas cosas que me niego a perder.
Adquiere lo que escribo, en fin, un tono entre lo impersonal y la más extrema intimidad. Es extraño, y debo reconocer que, a pesar del derrotismo, me gusta y me place. Y cada cual que lo valore cómo pueda y quiera.
Yo querría evitarlo. Hablar de L-kan, digo. Por que, desde mi pedestal de destrucción masiva, nunca pude soportarlos. Apracerieron en mi vida, como en la de la mayoría que los tienen hoy por grupo de cabecera, con aquel Superenserio con el que Subterfuge se encargó de elevarlos poco disimuladamente a la absurda categoría de redentores del tecno-pop español.
Con L Kan aparecía un nuevo modo de hacer electro-pop. Claro que sí.
Una revelación de humor barato fabricado con bases para las que otra calificación diferente a la de cutre sería injusta. Acompñado todo con una puesta en escena caótica con intenciones de transgresión que se dejaba lucir desde conciertos en Radio 3 a actuaciones imposibles en Tómbola o en aquel programa de Terelu tan incalificable (y que tanto añoramos algunos, la verdad)
Esto a cara vista, que no hay nada que produzca tanto placer en mi ser como criticar contra todo y todos. Mejor si es en acto público.
Lo malo de la crítica facil producto de una pose es que muchas veces se aleja de la realidad, y en realidad L Kan siempre me produjeron tanto placer como el de criticarles.
L Kan son elementales, burdos y toscos. Pero Moderno de mierda (ahora más conocido como Mierda de moderno) también lo es. Y no le es posible caer enganchado con letras tan deliciosamente contraculturales como la que acontece, tan poco a tono, por otro lado, con la entrada.
Nunca la contracultura fue tan anticultural, por mucha Beavuoir que metas en tus canciones (Otra zorra de cuidado, la Simone)
Ahora que con Discazo introdujeron en sus composiciones bases mucho más cimentadas y melodías sorprendentemente pegadizas, Moderno de mierda puede admitir con claridad su admiración por el surrealismo de todo a 100 de estos madrileños.
Ahora tengo que enterarme si la Bourdieu era tan puta como la Beavoir, que no tiene pinta. Que ser frívola intelectual requiere de ciertos esfuerzos.
2 comentarios:
Vaya bajón. No me tienes acostumbrado a esto. La perdida del anonimato es uan trampa en la que yo también he caido y me arrepiento, pero no puedo hacer nada.
Aupa! como dice Alter.
derrotado? pero por qué?, por quien? tú nunca admitirias una derrota y no lo hagas.
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