sábado, noviembre 05, 2005

Excursion campestre II: En la ciudad perdida.

Sonado en mi cabeza: Algo está cambiando (Julieta Venegas )
Me hablas/preguntas/si nos podemos ver después
Razones/me sobran/pero aunque quiera no lo se
Siempre hay algo mas/que a simple vista no se ve
Será que hay algo mas/que a simple vista no
Te asusta la idea/de lo que puede suceder
Decirte quisiera/algo que te haga sentir bien
Pero es que hay algo más/que a simple vista no se ve
Será que hay algo más/que a simple vista no se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
No se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
No pienses/que olvido/lo que me ha dado tu querer
Lo llevo conmigo/así me puedo sentir bien
Pero es que hay algo más/que a simple vista no se ve
Será que hay algo más/que a simple vista no se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
No se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
Que mas quisiera yo/que ser feliz y darte amor, amor
Que mas quisiera yo/vivir feliz y darte amor, amor
Siempre hay algo más/que a simple vista no se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
No se ve
Pero siento que hay en mi/ algo que está cambiando
Rumbo al Norte, entre las famosas lagunas de encinares y robledales de los Torozos, acabamos en una minúscula aldea al sur del Sequillo (nunca un río tuvo un nombre tan apropiado)
Infructuosa búsqueda de setas y comida copiosa, cosas que no deben faltar nunca en una buena salida campestre. La primera media tarde la pasamos entre mantas y garrapatas (sí, garrapatas; no todo va a ser idílicamente fantástico en las salidas campestres) viendo una absurda película de alguna estrella holliwoodiense caída en la desdicha de los telefilmes de Antena 3. Todo formando una escena muy propia de alguna película del primer Amenábar.
Lo mejor siempre llega a la noche, es una ley no escrita hasta hoy. Y no podía ser de otra forma ni en un día de campo y lluvia.
Sin saber cómo acabar el día Nuka conduce más al norte aún, alejándonos definitivamente de los Torozos, y camino de las dársenas del canal de Castilla. Paradas de embarcaciones sin un cometido claro en medio de la nada, en las que Eva aprovecha la oscuridad para hacer correr al personal.
Como las noches de frío incitan a la aventura, y los arrebatos asustadizos de Eva no nos parecen suficientes a casi nadie, Nuka recuerda la existencia de un pueblo abandonado en la estepa castellana.
Y allí vamos, claro, donde sino.
Una joven nos indica en Medina de Rioseco como llegar. Nuka nunca se olvidará de maldecirla en sus oraciones. La carretera, con todo el aspecto de recién asfaltada, se torna espectral en cuanto abandonamos Medina. Sin arcenes, sin señales, sin nada más que lo que se adivinan como infinitos campos cerealísticos como única compañía.
Eso mientras se mantiene la carretera, por que sin previo aviso el asfalto desaparece para dar paso a un camino embarrado. Digo embarrado por que desconozco un adjetivo que sea fiel a cómo estaba aquel camino, en que había más agua que barro, y en el que barro era tan liviano que parecía que si te hundías en él nunca volverías a salir al mundo de los vivos.
Nuka se caga constantemente en nuestra suerte, mientras el barro vuela alrededor de la carrocería y las ventanas sin que apenas subamos de los 15 Km/h. En un par de ocasiones el resto de viajeros nos vemos obligados a bajar del vehículo, en plena oscuridad mesetaria, para evitar hundirnos definitivamente en la corteza terrestre.
Una mezcla entre terror a no saber en donde andamos, figurándonos a cada momento que un cadáver desquiciado saldrá a nuestro paso, y miedo a quedarnos estancados en uno de los mares barrosos del camino, invade a la expedición.
Las luces que cruzan perpendicularmente nuestra trayectoria unos minutos más adelante indican la presencia de una verdadera carretera. Según nos acercamos descubrimos que en el cruce se encuentra el maldito pueblo abandonado, que ni siquiera es tal.
En la última curva de entrada al pueblo el camino desaparece por completo; si el asfalto dio paso al barro, ahora el barro deja su lugar a una inmensa charca de profundidad desconocida. Eva y yo aventuramos que será imposible que el coche pase por allí, pero Laura desde el coche nos avisa que nos apartemos por que Nuka va a tomar carrerilla para atravesarlo.
Mientras, nosotros aguantamos la respiración en unos segundos eternos en que damos por seguro que el coche abandonará su existencia por encima de la tierra. Pero Nuka es una conductora sensacional, ya veis, y milagrosamente el coche pasa para entrar en el pueblo donde solo habita una familia.
Nuka es tan precisa que aparca el coche delante de la única casa habitada del pueblo, de modo que toda una familia se abalanza sobre la ventana del salón para averiguar qué nuevos humanos se acercan a aquel sitio perdido de la civilización.
El pueblo, pues nada, cuatro casas; tiradas algunas, otras en plena ruina.
Caminando hacia el final de pueblo la luz de la linterna topa con una superficie horizontal inesperada. Nos acercamos y resulta ser la pared de un enorme campanario. Al lado, la iglesia abandona, alegoría de la extinción del catolicismo en aquel rincón del mundo.
Nuka defiende que somos como los adolescentes de las películas norteamericanas, que nos acercamos irracionalmente al peligro pidiendo a gritos que alguien desde ultratumba nos degolle. Así que nos acercamos a la entrada lateral del templo, en la mas absoluta oscuridad, rota únicamente por una pobre linterna de 100 vatios.
Al final, claro, salimos todos corriendo como locos hacia el coche ante la visión de mil sombras en la iglesia.
Por que en el fondo, admitámoslo, somos unos cobardes. Y que?
Julieta es una chica encantadora. Eso lo primero, que escuchar a esta mexicana es una auténtica delicia capaz de reconciliar a cualquiera con el mundo.
La Venegas es además una músico y cantante fabulosa, entregada a erizar los pelillos con canciones como esta, cabalgando entre la felicidad y la melancolía de lo que ha de llegar o de lo que se fue.
Y todo con composiciones que poco tiene de épicas, canciones cotidianas construidas con melodías lo suficientemente resultonas como para insertarse toda una tarde en tu cabeza.
Canciones básicas, simples, de letras que a primera vista no transcienden más allá, pero es que siempre hay algo más que a simple vista no se ve. Y esa es la magia de la Venegas.

16 comentarios:

E. dijo...

Ay pordios. Yo lo tengo claro, vas a ser tú quien de nuevo vuelva a publicar Pesadillas. Por cierto, mi enhorabuena a Nuk, es una conductora estupenda, pero claro, que no espere que le den el seguro ése del puto snoopy para un buen conductor, ellos(los del seguro) no entienden de temeridades. Saludines.

Dan Davenport dijo...

A vosotros lo de salir a coger margaritas y recostarse sobre el césped para mirar el cielo como que no os va demasiado, no? Nunca me había interesado Julieta Venegas hasta que publicó este álbum. Mis favoritas son "Lento" y "Algo está cambiando", pero sobre todo la primera ;**

Celestina dijo...

estoy de acuerdo contigo en lo de la venegas... me encanta!! me encantó su versión de sabina!
muacks!

Anónimo dijo...

Julieta es grande y merecería más fama en este país. A veces no sabría decidir cual es mejor disco; si el primero o el segundo.

Anónimo dijo...

pero moderno ibáis de picnic o que coño haciáis allí? por dior! haber avidaso les preparaba unos bocatas vegetales que me salen que no veas.

Anónimo dijo...

Gracias por lo de conductora sensacional, pero ya sabes, es por la experiencia adquirida con el camión XDD.
Y menos mal que no íbamos con la Jenny, que en paz descanse, que si no, no salimos de ahí.

Desde aquí aprovecho para decir que el señor moderno cocina la pasta como nadie, incluso cuando los ingredientes no están en las mejores condiciones.

Lope De Rueda dijo...

Ay, vasca mia, creo recordar que es eso de Pesadillas, y vamos, no sé, creo que si lo hiciera yo tendria mucho más estilo, nena. No apto para menores en todo caso.

Murciano, rey, nosotros tenemos muchas inquietudes como para tirarnos en el césped. Con la yerba hacemos otras cosas.

Celes, pues claro, que se muera el SAbina que ya tenemos a la Venegas.

Marrana, el mejor álbum es el ultimo, por Dios.

A la burbujeante le diría que lo de los polvos es una cosa que no nos inventado ni el señor Pepe Niebla ni yo, es algo universal. Adelante con ello. Y lo de los bocatas lo aceptamos muy gustosos, que nosotros no decimos no a un buen plato de comida.

Y a mi bollito particular, que si, que el camión ayuda mucho para estas cosas. Pobre Jenny de todas formas, a lo mejor hubiera sido mejor sacrificarla en los barros de la meseta que convertirla en subproductos metálicos.
Y lo de la comida, pues si, soy capaz de hacer maravillas con cualquier cosa. Todo esta en la imaginación. Ya lo sabeis, chicos.

Unknown dijo...

Otra vez Diós Odia a los cobardes? Ya fue citada hace muchos posts. ME encanta tu excursión totalmente americana-castellana. Una nueva categoria de cine Gore?

Unknown dijo...

Quiero la foto del altar de sacrificio en tu fotolog. Please...!

Lope De Rueda dijo...

Dicho y hecho, FanMa, la tendrás.
A ver si así disculpas que no te incluyera en mi lista de follables blogueros.

E. dijo...

Claro que sí que tendrías más estilo.

Unknown dijo...

Ja ja ja....

Lope De Rueda dijo...

Dí que si, Poto, Venegas es divina.
Y nos teneis allí la mismita semana que viene.
Preparaos por que esta vez vamos con la compañía completa.

Alex dijo...

yo me acuerdo hace dos veranos, tenía que hacer mi práctica en una imprenta. Las imprentas suelen ser desagradables, grises, sórdidas, ruidosas y llenas de trogloditas. Y el mejor recuerdo que tengo de esas espantosas dos semanas, era que de ida y vuelta en bicicleta me escuchaba el disco Si.

Mara Jade dijo...

Chico, esto parece la Bruja de Blair a la española y plan cómico jajaja si es que estos sólo te puede pasar a ti cari.

Mara Jade dijo...

POr cierto, he vuelto a releer este post por lo de Julieta Venegas: has puesto mi canción más prefe de esta chica.

Un besote! Espero tú crónica del finde!