lunes, septiembre 11, 2006

Me encanta esto de sudar.

Sonando en mi cabeza: Desde Pedralbes hasta el mar (TCR )
Ya no puedo disimular
Esa afición tan singular
Utilizar furgoneta a modo de ascensor
Desde Pedralbes hasta el mar
Tengo muy clara mi misión
Que solo es dar conversación
Y no dejarte escuchar
Las noticias en tu transistor
De copiloto por la ciudad
Desde Pedralbes hasta el mar
Se acabarán las calles tirada en el sofá
Puesto que esto es lo que quiero
Me parece muy honrado y muy sincero
Coger y hacerlo sin más
Vestida de repartidor
Asida por el calor
Bajaré la ventana para respirar
Desde Pedralbes hasta el mar
Desde Pedralbes hasta el mar
-¿No sales hoy?
-Creo que no.
-¿Cómo es eso?
-¿Cómo es que?
-Que no salgas.
-Pues no sé, que no me apetece. ¿Quieres que me vaya o algo?
-No, hijo. Es solo que me parece raro.
Raro no sé, pero lo que es, es un coñazo.
Llevaba toda la semana esperando un día de paz, y ahora en casa, solo y escuchando Nosoträsh descubro que pasar tantas horas sin hacer nada ni hablar con nadie me aburre mazo (sí, ahora hablo como la gente de la calle)
Primera medida de emergencia naranja: voy a quitar a las costras estas y a ponerme a los Fischerspooner.
Era yo el que odiaba las Ferias y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo, es cierto. Pero admito, aún a riesgo de contradecir mi entrada anterior y como buena chaquetera que siempre he sido, que estas fiestas han sido mucho menos espantosas de lo esperado. Aunque solo fuera por las malas compañías.
Noches que no acababan nunca antes de la madrugada y días entregados al arte de dormir ignorando el teléfono; de lunes a viernes sin tiempo a pensar, reuniéndonos los de siempre (quien sabe si por última vez) consagrados a devorar pinchos castellanos y a beber más y más cerveza.
El colmo de la vulgaridad todo.
Rota, eso es cierto, por algún acto casi-reivindicativo, que queda siempre muy total la pose inconformista de todos-los-que-gobernais-sois-una-mierda-y-si-nos-dejasen-nosotros-arreglaríamos-el-mundo-en-un-tris-megatrix. Pose profunda y con mensaje, claro que sí.
Ya lo dice el Ser Punk, que insiste en ello siempre que puede ella, que soy un superficial y un banal. Y me lo dice como con asco la muy perra, totalmente sesuda y concienciada como es ella.
Yo me reivindico, solo faltaba, como tal. Por eso amo tanto al Ser Punk, y por eso tiene ella privilegios que tantas otras desearían. Por descerebrada y por que me discute como nadie esas pequeñas nimiedades que son la salsa de nuestras necias y superfluas vidas.
Menos mal que ha entrado en ellas (en nuestras vidas, digo) la Activista Total, que se ha convertido en luz y guía de nuestros actos. La Activista Total es adorable, chicos. Bollera, Feminista, Rojaza, lo tiene todo, oiga. Yo, con todos estos atributos, me he hecho Super-fan Total de ella. No podía ser de otro modo.
Nuka, otro de las luces que ilumina la obscuridad de mi vida, nos regaló su presencia para luego dejarnos tiradazos otra vez por las diyeis holandesas. Le atrae el poder de los platos una barbaridad a esta chica. Igual le da que sean altas, bajas, grasosas o feas, con tal de que le pinchen un ratito a Miss Kittin. Yo no le puedo reprochar nada, pobrecita mía, con este amor mutuo que nos profesamos. La recuerdo ahora, en los momentos en que la espalda me chorrea de sudor, y pienso que ella estaría encantada de morirse de calor. Chica, que añoranza que me entra.
Hubo muchos más estos días. Otra cena-botellón con las eternas Amigas del Centro, viendo porno malo acompañado de unas maravillosas pechugas al roquefort, máxima cumbre de mi saber gastronómico. Con ellas aprendí a distinguir la silicona en pechos ajenos y descubrí el poder hipnótico de una penetración mil veces repetida.
Una visita-relámpago de la embajada arandina trajo recuerdos agridulces y secuestró a mi amada L.S. para la causa del alcoholismo.
La no menos amada M. Montero volvió también para recordar días de cachis en la plaza de Cantarranas y para secuestrar también al Amante Ingeniero. El señor Sedano llegó un día más tarde, en el peor momento posible. No tuvo descanso; menos mal que fue siempre muy aficionado a patearse Valladolid, sobretodo con alcohol y comida de por medio.
El tercer miembro G también estuvo con nosotros, a punto de huir a por diyeis holandeses, siguiendo la estela de nuestra Gran Maestra G. Y muchos otros, más bien otras, siempre otras, conmigo ya se sabe. Así no vuelvo a probar churro en la vida.
Ahora todo eso se esfuma entre exámenes y la obligada diáspora de los que por fin se hayan licenciados y en posesión de un contrato de trabajo, más o menos maloliente.
Los únicos sucesores de los Fresones Rebeldes merecedores de ser tomados por tal fueron los efímeros TCR. Con varios componentes de la banda näif más popular que jamás vio España, TCR firmaron una excelente carrera de post-punk con toques de power-pop en dos elepés publicados por Subterfuge.
Rápidas, pegajosas y con un mucho más carácter punk del que jamás tuvieron los Fresones. Así son las canciones de estos barceloneses que sucumbieron como muchos otros a la precariedad del mal llamado chicle-pop.
En Desde Perdalbes hasta el mar TCR utilizan guitarreos sucios, baterías machaconas, bases pegadizas y una melodía tan simple y deliciosa como un paseo en furgoneta por Barcelona.

martes, septiembre 05, 2006

La modernez elitista

Sonando en mi cabeza: Odio las fiestas populares (Alpino )
Odio las fiestas populares
Las discotecas y los bares
Y el infierno en la Tierra es para mí
Como Sevilla en la Feria de Abril
Y en los carnavales
Me dan los siete males
Pero es mucho peor
En un festival de rock
Odio las fiestas de cumpleaños
Las nocheviejas y aniversarios
Y el Vietnam es jauja para mi
Si lo comparo con Pamplona en San Fermín
Y en los carnavales
Me dan los siete males
Pero es mucho peor
En un festival de rock
Odio las fiestas (x 6)

Una noche sin apenas dormir y residuos de cerveza en mis venas. Acabábamos de estrenar Septiembre y era uno de los días más calurosos de las últimas semanas.

En pleno mediodía y con un volumen de tráfico que se multiplica por momentos, recorría yo con La Isa (mi anciana bici roja) el extrarradio de un Valladolid que empezaba a llenarse de indeseables borrachos, sudorosos y con un fatal sentido de la estética.

Nuka regresaba, y hacía coincidir su estancia con los días de mayor gloria de la ciudad.

(Decidme que no os encanta este comienzo digno de novela barata)

Y es que en una época rebosante de felicidad, en que dormir y beber cerveza sin control se imponen como nuestras principales ocupaciones, las Ferias y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo (nombre que da idea del carácter rancio que las imprime) han llegado para perturbar nuestros sentidos con multitudes ebrias, camisetas sucias y un incesante hedor a orín y vino barato del Carrefour.

Rodeados de chorizos fritos y multitudes ansiosas de grasas saturadas, el viernes noche buscamos refugio en algún bar popero del centro. A la salida, jovenzuelos conduciendo jovenzuelas montadas en carritos del Día en un extravagante rito de cortejo adolescente y las mismas horrorosas camisetas sucias de calimocho hacen que Valladolid deje de ser una idílica capital de provincias para convertirla en Infierno terrenal.

Por todo esto y mucho más, por que las Fiestas populares son la máxima expresión del cutrerío nacional, de la falta de civismo y única salida para concursantes de Operación Triunfo, hoy me quedo en casa.

Que aquí el único borracho antisocial soy yo.

Alpino nace, vive y muere bajo el auspicio de Spicnic, discográfica albaceteña de inspiración underground (¿habrán descubierto ya Las Kepchup el significado de esta palabra?)

Compañeros de proyectos claves del electro-indie patrio más auténtico (Intronautas, Parade o Calígula 200) Alpino apenas publica un par de elepés, apenas vende unos centenares de discos al elitismo modernil nacional (nunca español, Rax, recuerda), y no es hoy más que un vago recuerdo en la mente de muy pocos.

Con un sonido sucio y anárquico, y canciones fabricadas en cadena de montaje, este cuarteto ha dejado para el recuerdo más de una letra digna de ser compilada en el Moderno. Si bien aquella versión del No sucederá más, cantada a dúo con Alaska fue el mayor éxito de estos herederos de Terry IV, Odio las fiestas populares es el mejor ejemplo de sus letras petardas e hiladas con absurda ironía.

Tiene que ser horroso Pamplona en San Fermín, oyes. No quiero ni pensarlo.