sábado, abril 28, 2007

Tenemos toda la noche

Sonando en mi cabeza: Plan B (Anzej Dezan )
Ti, v prazen zid strmiš
Slutim, da bežiš
Nemir drhti v tebi
Ti, lahko me zdaj izdaš
A reci, da priznaš
Ne najdeš me v sebi
Vsaj malo, vsaj malo začuti me
Reci, me boš kdaj iskala
V srcu za menoj jokala
Reci, se boš kdaj vrnila
Mogoče sem plan B
Rezerva, ko ne gre
Alarm zazvoni, ko drug te zapusti
Kot judov je poljub
Poln vseh obljub
Ta dotik med nama
Vsaj malo, vsaj malo začuti me
Reci, me boš kdaj iskala
V srcu za menoj jokala
Reci, se boš kdaj vrnila
Mogoče sem plan B
Rezerva, ko ne gre
Alarm zazvoni, ko drug te zapusti
Reci, me boš kdaj iskala
V srcu za menoj jokala
Reci, se boš kdaj vrnila
Mogoče sem plan B
Rezerva, ko ne gre
Alarm zazvoni, ko drug te zapusti
Te remueves en la cama y disfrutas del rumor de los coches y camiones que circulan por la Ronda Este. Hace unas pocas horas era nuestro coche el que superaba los límites de velocidad por esa misma carretera.
Corríamos entre grúas y esqueletos pétreos mientras sonaban viejas y no tan viejas canciones electro-dance, camino del autolavado que hay junto a la fábrica de Coca-Cola.
Las ventanillas bajadas, compartiendo a los Pet Shop Boys en los semáforos, las sensaciones eran de constante deja vú. Los recuerdos de la Ronda Norte, del autolavado y de los botellones en casa de la Srita Del Ser regresan sin perdón cada primavera.
Los días desperdiciados en el pasado resucitan a cada momento. Lo hacen en la autovía, en las cervezas nocturnas enfrente de la universidad e incluso en sueños. Sueños que invitan a recordar premoniciones muertas hace ya tiempo.
Poca vida es también la que encierran los viejos álbumes de fotos del tercer cajón de la mesilla, contenedores últimos de la plaza de los héroes de Budapest, del eurovisión de 2002 y de días de nervioso estudio en la Facultad de Medicina.
Sus protagonistas invaden Europa y descubren nuevas sensaciones mientras unos pocos resistimos en el mismo escenario, recordando a cada paso el tiempo en que la felicidad se encontraba en la segunda planta de un viejo edificio.
En apenas dos semanas se celebrará una nueva edición de Eurovisión. En épocas en que me siento adherido al pasado, resultan agradables estos acontecimientos de reincidente ocurrencia.
Por eso no dejo de sumergirme en canciones nunca olvidadas, cantadas en indescifrables lenguas por muñecas y chulos de toda Europa.
La de hoy fue la decepcionante última participación de Eslovenia. Ni aún el mejor estilista de todo el país con sus ropas del Zara y su espuma pro-volumen pudo convencer a Europa de las posibilidades que yo siempre vi a Anzej Dezan.
Una nada especial canción tecno-pop con infructuosos cambios de tiempo, fiel todo ello a los nuevos tiempos eurovisivos. Esto es Plan B, ampliamente criticada en Eslovenia por ahondar en la imagen gayfriendly de un país que aún dista mucho de vanagloriarse con tal adjetivo, lleno como está de camorristas y niñas pijas.

viernes, abril 20, 2007

En proceso

Sonando en mi cabeza: Oh! La Inercia (Parade )

-¿Cuántos meses han pasado desde entonces?

-Pues casi medio año, fíjate.

-Es que no es normal, cariño. Vete ya de ahí.

-La inercia, que es muy mala. Te agarra y no te suelta. Te quieres ir, pero no te deja. Y acabas en la mierda hasta el cuello.

-Tú lo que eres es un vago de mierda.

-Eso también, chica.

Y con estas cosas se nos va pasando el tiempo.

domingo, abril 15, 2007

La eternidad de cada día

Sonando en mi cabeza: Gloria (Nosoträsh)
Pensaba en escribirte unas cuantas cartas,
contarte lo que hace tiempo nunca me pasa.
Sería tan aburrido
y muy poco interesante.
Hoy tengo mil y una ideas para esta tarde:
hacerme un vestido con mapas de los lugares
que he visitado desde que me dejaste,
plantar flores de maría
o perderme por las calles,
cenar con el camarero de nuestro restaurante,
bailar por este pasillo que esta tan frío,
mezclar chocolate y leche para un batido,
pegar saltos en la cama,
mejor si es acompañada,
acostarme los domingos
ya muy de madrugada.

Mientras comentaba hace un tiempo con un buen amigo teorías sobre el espacio y el tiempo, recordé la teoría del eterno retorno que el nihilismo robó a los antiguos griegos. La belleza que encierra esa teoría es brutal; por certera y simple, por compleja y verdadera.
Hablábamos de Matrioskas y de mundos infinitamente encerrados en otros mayores. De escenas y secuencias que repiten existencias cíclicas en la Historia y en nuestra vida, de cómo el concepto de tamaño y de eternidad se pierden cuando las referencias nos son desconocidas.
Nada es mucho ni poco cuando no hay nada que sea mayor o menor.
La física, las matemáticas, se confunden con la metafísica. Con muchas más limitaciones pero al igual que ella, no tendrían sentido sin la presencia de coordenadas. El problema sobreviene cuando descubrimos que las coordenadas no son reales, que los puntos absolutos e inamovibles nunca han existido fuera de nuestra mente.
Así en el día a día nos vemos obligados, como investigadores teóricos de nuestra propia existencia, a imaginar nuestras propias coordenadas. Puntos y líneas que proponemos como absolutos cuando en realidad no dejan de cambiar y moverse dentro de una verdad universal de la que tenemos que resignarnos a no conocer ni siquiera de su existencia.
Si la carencia de referencias impide reconocer lo grande y lo mínimo, es admisible pensar que en nuestra vida esta carencia nos aleje del discernimiento entre el bien y el mal. Entre el ridículo y la grandeza.
Con esta incapacidad es fácil cometer sin-sentidos en busca de una teoría personal que puede o no ser cierta.
En estos días la realidad se ha cernido sobre mis propias cábalas, y ha acabado por aniquilar una magia que pudo haber sido nada más que un truco invisible a mis ojos miopes.
Egoísta o nihilista, no importa. Voy al futuro, y aún temiendo la inevitable repetición de dramas y comedias, voy sin miedo.
Por que nada es mayor o menor, mejor o peor, si la coordenada eres tú.

En momentos de inútil trascendencia vital, como en un ciclo cerrado al exterior, el pensamiento revuelve canciones que puedan aportar razones o explicaciones. Con la revuelta, los clásicos son los ganadores.

Nosoträsh es el grupo fetiche de muchos y muchas. Razones sobradas hay para ello. A unas composiciones pop brillantemente concebidas y ejecutadas, se suma la delicadeza de limitadas historias universales. Pequeñas verdades que de tanto repetidas en nuestras vidas, construyen la historia de nuestra existencia.

Con cuatro años de vida, Gloria es posiblemente la mejor canción de las asturianas. Ritmos percusionados animan el giro del drama a la diversión. Nunca hay que escribir cartas al pasado, por que si todo retorna, es mucho mejor esperar cenando en restaurantes caros.