Hoy, queridos niños, voy a contar una historia sobre el tiempo, que es un tema muy recurrente en todo ascensor y comida familiar.
Erasé una vez que se era un joven maricón perdido en la ciudad de las putas (sin detalles). Todo el año deseando que llegue el buen tiempo. Aguantando lluvias y bancos de nieblas hiper-persistentes . Dias y días sin recordar como es el sol, sumido en la oscuridad de la meseta.
Y así, de repente, sin tránsito, puff! El puto calor, el hijoputa del sol. Hala, venga, a lo bestia. De repente es imposible dejar de andar por casa semidesnudo, de dormir la siesta sin pegarse la gran sudada.
Os voy a contar un secreto: Odio el calor, odio a las putas de mi ciudad que se dedicen a castigar a sus conciudadanos con sus pechos al aire.
Dicho queda.
Un beso a todos mis numerosos fans.
Os quiero, guapos/as.