viernes, octubre 12, 2007

Sobre Patrias, Naciones y Estados: la Gran Mentira Española.

Dice el líder de la derecha que España nació hace 500 años. No contento con esta barbaridad, afirma que el nuestro es el Estado más antiguo de Europa.
Ole con ole, y que viva el populismo ignorante: El Estado español no nace hasta el siglo XVIII, con la llegada de los Borbones, uno de los mayores cánceres que han padecido los pueblos españoles en los últimos siglos. Antes de ellos, nadie se hizo jamás llamar rey de España, independientes como eran las instituciones de las Coronas de Castilla y Aragón.
Por si alguien pudiera pensar que España nació del matrimonio de los Reyes Católicos, cosa incierta a todas luces, debería saber que por aquel entonces había en Europa cerca de una decena de Estados que se han conservado hasta hoy día, con sus fronteras prácticamente inalteradas.
El mismo líder derechista, inculto por convicción o por interés, es el que hace dos días grabó y publicó un video instando a sus conciudadanos a mostrar el orgullo y los símbolos españoles en el día de la Nación (¿?) española. De la que, al parecer, tan poco sabe.
Mucho se ha hablado del video en estos días. Apropiación exclusiva e indebida de símbolos patrios, oportunismo electoralista, exclusión ideológica, prematuro discurso de Navidad o emulación del NODO. A ojos de muchos, la salida de Rajoy y sus correligionarios es una patochada ridícula y hortera. El peligro, no obstante, es mayor cuando a la vista de muchos otros el significado es opuesto.
Del video se desprenden las claras intenciones del PP por convulsionar y encontrar confrontación. El objetivo es claro y conciso, perverso y digno de hienas carroñeras. Es difícil, sino imposible, asumir la España que nos vende Rajoy, ridículamente patriotera y excluyente. Él lo sabe, lo explota mirando de lejos como la bomba estalla en manos ajenas.
Y es que el ignorante y bisojo Rajoy es, además, un agitador. La mezcla es harto peligrosa y la Historia de la Humanidad lo ha demostrado con numerosos ejemplos.
La acción, claro, no es aislada, sino que forma parte de un modo integral de hacer política de inspiración fascista, herencia que siempre fue clara en los populares. El PP quiere encontrar en la confrontación violenta, muchas veces inspirada por sus líderes, un hueco para rebañar votos. Pretende Rajoy demostrar a la plebe del peligro de las Naciones y los nacionalismos del Estado, demonizar y criminalizar los conceptos de Euskal Herria, Catalunya o Galiza, y con ellos a todo quien se atreva a concederles crédito. Y a base de odio, rencor y confrontanción erigirse como libertador y Mesías del pueblo español.
Hoy, día de la Hispanidad, de la Raza, o de la Nación española, los líderes políticos deberían reflexionar sobre el mal que ha causadoesta España inventada, en vez de exaltar sus símbolos y significados, que tanto horror y daño han causado.
Hoy es un día de hipocresía, odio y enfrentamiento. Solo los necios pueden celebrar algo así.
Texto editado para Libertad 7.

miércoles, octubre 10, 2007

Condenad, malditos. Condenad.

Sonando en mi cabeza: I Turn My Camera On (Spoon )
I turn my camera on
I cut my fingers on the way
The way I'm slippin away
I turn my feelings off
They made me untouchable for life
And you wasn't polite
It hit me like a tom
You hit me like a tom
On on and on
When I turn my feelings on
I turn my feelings on inside
Feel like I'm gonna ignite
I saw them stars go off
I saw them stars go off at night
And they're looking alright
Keep on blowin up
Keep on blowin em off
Get up roll it out
Keep on showin em out
They hit me like a tom
It hit me like a tom
On and on a tom
I turn my camera on
I cut my fingers on the way
I feel me slippin away
I wipe my feelings off
They made me untouchable for life
And you wasn't polite
They hit me like a tom
I don't know where it's from
It hit me like a tom-tom
Ayer a mediodía los terroristas de E.T.A. intentaron acabar con la vida de un ciudadano en Bilbao. Todas las formaciones políticas democráticas y contrarias a la violencia se apresuraron a condenar el hecho y a sus autores. Comprendemos estas manifestaciones como elemento fundamental de una clase política implicada en la sociedad, aún a expensas de la carencia de otros elementos que deberían ser aún más básicos.

Debería la Iglesia Católica aprender a hacer lo mismo, no ya con los actos ajenos a ella misma (con los que no muestra ningún problema en censurar y reprimir brutalmente), sino con sus propias responsabilidades. Por si no fueran suficientes siglos de alienante manipulación moral y mental, la jerarquía católica viene mostrando desde sus comienzos una irracional y desmesurada tendencia a la autoprotección, aún cuando sus actos han sido del carácter más dedeznable y cruel de los que es capaz el hombre.
Cientos de pederastas, violadores y maltratadores han actuado dentro de la Santa Iglesia Católica sin cortapisas, sin condena. Más aún, con su apoyo moral y jurídico.
Leemos hoy en la prensa la condena a cadena perpétua de un sacerdote católico en Argentina, capellán de la policia bonaerense. Acusado de siete homicidios, treinta casos de tortura y hasta curenta y dos de secuestro, Christian Von Wernich empleó su condición de sacerdote católico para presionar a los presos políticos. En nombre de Cristo pidió confesiones a quienes iba, con sus cómplices, a matar o hacer desaparecer en el Atlántico. Una muestra más del afán de poder y del integrismo cruel e irracional que inunda la historia del catolicismo hasta nuestros mismos días.
Los familiares de las víctimas de Christian Von Wernich claman a la Iglesia Católica se vea repudiado de sus filas. Mientras la Iglesia Católica argentina tan solo se limita a desvicularse de los hechos: si algún miembro de la Iglesia hubiera avalado con su recomendación o complicidad algunos de estos hechos de represión, habría actuado bajo su responsabilidad personal. Después de todo, la Iglesia Católica ha estado siempre detrás y explícitamente a favor de todos y cada uno de los regímenes dictatoriales que en dos mil años han oprimido a los pueblos de esta confesión religiosa: desde los absolutismos regios, a las dictaduras fascistas sudamericanas, pasando con Franco y Mussolini.
En pleno siglo XXI cabe reflexionar si una institución que durante sus dos milenios de existencia no ha dejado de frenar el progreso de Occidente, violar los límites fundamentales de la moralidad (incluso la impuesta por ella) y reprimir espiritual y físicamente a millones de humanos pueda constituir algún día un elemento positivo de nuestra sociedad.
Yo estoy convencido que el mayor favor que el cristianismo puede hacer a la humanidad es desaparecer para siempre.