No se puede ir por la vida buscando la felicidad de tus amigos de forma indiscriminada y a cualquier precio. No se puede, y existen muchas razones para meditar antes de actuar locamente en pro de la felicidad colectiva.
Primera razón: Hay que pensar en las consecuencias a largo plazo que la pretendida felicidad ajena va tener sobre la propia. Y es que lo primero es lo primero.
La mia es una proclama de lo menos cristiana, eso si. Pero es que a mí el cristianismo más que traermela floja, me da motivos para reafirmarme en mi anti-fe.
Segunda razón: Es muy probable que el prójimo, absorto en su mísera felicidad no reflexione sobre la responsabilidad de tu persona sobre su estado. Y eso si que ya no. La ingratitud se evita cuando no hay nada que agradecer.
Este es mi mensaje. Id y difundidlo.
1 comentario:
Pues si que estamos negativos, eh? Supongo que serán tus circunstancias las que te hacen pensar así, porque las mías me hacen creer lo contrario. La verdad es relativa.
Por cierto tengo una foto muy adecuada para ti pero sin dirección de correo veo difícil el pasártela.
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